De muy chico sentía verdadera pasión por el fútbol, militando en equipos infantiles. Después pasó al Español que era un equipos similar a la Tercera División de hoy y de allí al Unión Sporting, ya de categoría superior, interviniendo en los Campeonatos de Galicia, en los que entraba el Celta, Deportivo, Racing de Ferrol y Eiriña de Pontevedra. Una vez deja de practicar el fútbol, sentía la nostalgia como los artistas al dejar las tablas. Echando de menos los terrenos de juego se presenta a una convocatoria para exámenes de árbitros, pues ello le atría, aprobando el exámen teórico, práctico y de agudeza visual. Inicia su nueva andadura futbolística interviniendo en toda clase de partidos que se celebraban en toda la región. Y entre ellos, de común acuerdo, entre los clubs dirigió contiendas entre el Celta-Deportivo y Racing de Ferrol-Deportivo en unas épocas de gran rivalidad. Pasados cuatro o cinco años, el Comité central de árbitros radicado como siempre en Madrid confeccionó una lista de 20 trencillas, elegidos entre los que consideraba mejores en cada región, para actuar en Primera división. Salió Villaverde por Galicia, debutando en Primera División en un Oviedo-Barcelona. Se dio la circunstancia que el cuadro asturiano debutaba también en el máximo escalafón del fútbol español. Fue en la temporada 1933-1934, actuando al domingo siguiente en un Madrid Valencia. Sorteando campo, los capitanes eran Zamora por el Madrid y nuestro paisano Pasarín por el Valencia.